Membrillos
Los membrilleros están tan emparentados con los manzanos y los perales que estos últimos suelen injertarse sobre ellos ya que son resistentes y producen árboles pequeños. No se los cultiva tanto como se debiera; tienen un sabor delicado y muy especial, y la jalea preparada con ellos es una de las mejores experiencias gastronómicas del mundo.
Suelo y clima:
Crecen en cualquier suelo o clima en donde lo hagan los manzanos (véase Manzana) aunque son algo más delicados. Prefieren veranos cálidos e inviernos no demasiado fríos. El suelo pesado les va bien, pero ha de estar drenado.
Tratamiento del suelo:
Hay que hacer una cava profunda del terreno y, si no se tiene prisa, conviene cultivar y enterrar a continuación uno o dos cultivos de abono verde. El suelo debe dar reacción neutra, con un pH 7. Los membrilleros no toleran el exceso de nitrógeno pero necesitan fosfato y potasio.
Multiplicación:
Si no se compran los plantones en un vivero, la mejor manera de conseguirlos es a partir de esquejes tomados de los renuevos que el árbol echa cada año. En otoño se cortan tiras de 23 cm de largo y se entierran en suelo arenoso hasta dos tercios de su longitud. Al cabo de un año se los lleva a su emplazamiento definitivo.
Cuidados durante el crecimiento:
Los membrilleros se podan dándoles cualquiera de las formas posibles o se los deja a su aire, en cuyo caso adoptan forma arbustiva, amplia y achaparrada. No son propensos al ataque de plagas ni enfermedades.
Recolección y almacenamiento
Los frutos se dejan en el árbol hasta que se producen las primeras heladas intensas. Con ellos se prepara jalea, o si no se tiene tiempo para hacerlo de inmediato se los guarda en ambiente húmedo y fresco por espacio de hasta tres meses.
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