Moras
El nombre de mora hace referencia a multitud de frutos procedentes desde las moreras blancas o rojas de 15-18 m de alto hasta los pequeños arbustos utilizados para alimentar a los gusanos de seda. La morera blanca que con frecuencia se cultiva en las montañas de Persia da un fruto insípido, pero la roja que se cultiva en Europa y América da espléndidos frutos que la hacen merecedora de un cultivo más amplio.
Suelo y clima:
Las moreras crecen en cualquier huerto con un suelo de reacción neutra. La mayoría de las variedades son muy resistentes en los climas templados, salvo la morera negra que crece sólo en climas muy calurosos.
Tratamiento del suelo:
Hay que hacer una cava profunda y añadir compost o abono.
Multiplicación:
Si se adquiere el árbol en un vivero, se lo planta del mismo modo que un manzano. Hay que dejarle espacio suficiente para que crezca; cada ejemplar debe estar separado 9 m del más próximo. Se los planta también en bancales profundos circulares. Después de haber plantado uno o dos, los árboles proliferan ya que los pájaros propagan sus semillas; es posible asimismo la multiplicación mediante esquejes.
Cuidados durante el crecimiento:
No existe ninguna dificultad en el cultivo de las moreras. Sólo hay que proporcionarles un buen acolchado con mucha frecuencia. Las enfermedades y las plagas rara vez las atacan. Una vez arraigados los árboles, se siembra hierba a su alrededor pues esto facilita la recolección.
Recolección y almacenamiento:
Las moras se deterioran con rapidez por lo que hay que consumirlas en cuanto estén maduras. Desde un punto de vista comercial esto constituye una desventaja; el fruto no se conserva y ha de comerse con rapidez. Hay que esperar a que los frutos caigan sobre la hierba y entonces se los recoge. Si el árbol está situado de modo que no es posible cultivar hierba debajo debe colocarse entonces paja o heno durante la temporada de fructificación. Una advertencia: las manchas producidas por el jugo de las moras se quitan muy mal por lo que conviene usar siempre ropa vieja.
Las moras con nata son deliciosas y superior el vino que se prepara con ellas. A los pájaros les encantan. Si se las cultiva cerca de un cerezo se comerán las moras y respetarán las cerezas; si se planta el árbol al lado del gallinero una parte del fruto maduro que el ejemplar produce cada verano caerá al suelo y servirá de alimento a las gallinas, y además habrá suficientes para el propio consumo.
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