sábado, 27 de octubre de 2007

Limones y limas

Limones y limas


Aparte de los limones ordinarios se cultiva también el limón Meyer, que es un híbrido muy apropiado para los huertos pequeños. Es resistente —lo suficiente como para sobrevivir a temperaturas de hasta —9 °C— y bastante pequeño. Al aire libre constituye un arbusto de 1.8 m de altura. Crece bien en macetas, en terrados y patios. En la página 212 se explica el modo de cultivar limones en invernadero. Las limas se usan del mismo modo que los limones pero contienen más ácido y mucho más azúcar.


Suelo y clima:

Los limoneros son un poco más delicados que los naranjos y pre­fieren un suelo pesado. Como dan fruto durante todo el año las heladas invernales dañan a veces la cosecha. Esto es aplicable asimismo a las limas, que son todavía menos resistentes. Ambas especies son subtropicales. Toleran la mayoría de los suelos siempre que el nivel freático esté por debajo de hasta donde llegan sus raíces, que no es a más de 1.2 m. Hay que incorporar al terreno abun­dante material fosfático.


Multiplicación:

Deben comprarse los árboles ya injertados. Se plantan igual que cualquier otra especie. Los patrones más habituales son los mismos que para los naranjos. Los limoneros se plantan tam­bién en bancal profundo circular.


Cuidados durante el crecimiento:

Los limoneros necesitan un poco más de poda que los naranjos, la suficiente como para impedir un excesivo vigor que los tornaría vulnerables al mal tiempo. Hay que acortar las ramas dirigidas hacia el exterior y dejar las yemas dirigidas hacia dentro para con­seguir un árbol compacto. Esto puede hacerse en cualquier época del año. En el caso de las limas no hace falta podar. Si los ejempla­res crecen bien pero sin dar fruto, hay que protegerlos contra el viento y administrarles una porción adicional de compost; con estas pequeñas atenciones se consiguen notables resultados.


Recolección:


Tanto la temporada de limones como la de limas dura todo el año en los climas idóneos, por lo que se recogen cuando hacen falta.

martes, 23 de octubre de 2007

Pomelo

Pomelo


El pomelo evolucionó en las Antillas como una mutación de la pamplemusa, que es un fruto basto y bastante feo, pero el pomelo, tal como lo conocemos, es delicioso. Es asimismo una rica fuente de vitamina C.


Suelo y clima:

Necesita un suelo profundo y bien drenado, y lo prefiere algo ácido, a ser posible con un pH 6. En cuanto al clima resiste las mis mas temperaturas que el naranjo (-7 °C) pero necesita más calor para dar un fruto maduro perfecto. En climas templados hay que cultivarlo bajo vidrio.


Tratamiento del suelo:

Un suelo bien drenado es lo esencial. Es importante una cava pro funda, de cuatro paletadas a ser posible, y habrá que incorporar con ella algo de fosfato y potasa. El compost o el estiércol enterra­dos en el terreno son también beneficiosos.


Multiplicación:

Los pomelos suelen injertarse en patrones de naranjo amargo aun­que en suelos pobres y arenosos es mejor hacerlo sobre limonero. Los arbolitos se plantan en cualquier época del año; como son perennes todas las estaciones son iguales. Hay que plan­tarlos con mucho cuidado igual que con otras especies perennes. Hay que separar los árboles 8 m. Se puede hacer también en bancal profundo circular.

Cuidados durante el crecimiento:

El pomelo necesita agua en abundancia. En las regiones de precipi­taciones frecuentes necesitan riego durante los tres primeros años y después casi nunca más. En las regiones secas hay que empaparlos (por ejemplo 110 l) cada tres semanas. No debe echarse el agua encima del tronco. El acolchado abundante es muy conveniente siempre que se haga a 60 cm del árbol. Se poda exactamente del mismo modo que los naranjos; padecen las mismas plagas y enfer­medades.


Recolección y almacenamiento:


El fruto permanece en el árbol durante meses pero cuando comien­zan a volverse amarillos hay que probar alguno para saber cuándo arrancarlos. Una vez recogidos se enjugan con un trapo limpio, se guardan en un lugar fresco durante algunos días y se llevan des­pués al refrigerador. Si no se dispone de este último se los guarda en una fresquera con refrigeración de agua.

domingo, 14 de octubre de 2007

Rutáceas

Rutáceas


Las naranjas, mandarinas, fortúnelas, limones, limas y pomelos son miembros de la familia de las Rutáceas. Debido a que abarca al género Citrus, las Rutáceas son tan importantes para los habitantes de las regiones sub­tropicales como las rosáceas para los de climas templa­dos. Los cítricos son muy aromáticos y perennes.


Los que crecen en las regiones tropicales no tienen tan buen gusto como los cultivados en lo que se deno­mina clima mediterráneo. Por otro lado no resisten las heladas si bien los naranjos son más resistentes en este aspecto que los limoneros, a los que dañan y llegan a matar las temperaturas inferiores a —3 °C. Esto signi­fica que el cultivo de los cítricos al aire libre ha de limitarse a las costas mediterráneas de Europa, a Florida, el sur de California y parte de Arizona en Norteamérica y a Sudáfrica y las regiones subtropicales de Sudamérica y Australia. Pero esto no es óbice para que sean un cul­tivo viable de invernadero: en el siglo XVII fueron muy comunes entre las familias ricas de Inglaterra los inver­naderos llamados "orangeries".


Mi opinión es que si dispusiera sólo de espacio para un árbol de este tipo plantaría un limonero. Un naranjo satisface sólo una pequeña parte de las necesidades de fruta que tiene una familia durante el año, mientras que el limonero cubre todas las necesidades de una familia a este respecto.

miércoles, 3 de octubre de 2007

Pera

Pera


Si todavía queda espacio después de plantar tres manzanos, un peral es una buena opción para ocupar el cuarto lugar, aunque conviene recordar que la mayoría de las variedades necesitan tener cerca otro ejemplar para la polinización. El cultivo de los perales es muy similar al de los manzanos, si bien son bas­tante más exigentes y requieren más cuidados y atenciones.


Suelo y clima:

Las heladas causan más daños a los perales que a los manzanos ya que florecen antes y los hielos llegan a matar las flores. Para fructi­ficar necesitan también un período de letargo. Prefieren suelo pesado pero que esté bien drenado.


Tratamiento del suelo:

Antes de plantar cualquier frutal hay que labrar bien la tierra (una cava intensa) y los perales no constituyen ninguna excepción a esta regla. El suelo debe ser de reacción casi neutra, con un pH entre

6.5 y 7.5.


Multiplicación:

Los perales que se obtienen a partir de semillas no suelen dar buen resultado. Para producir árboles que den fruto y que sean resisten­tes y vigorosos hace falta injertar. La diferencia entre ellos y los manzanos radica en que a veces requieren una operación doble o sobreinjerto.

La East Mailing Research Station goza de renombre universal como proveedora de portainjertos o patrones para pera­les. El más utilizado es el membrillero "Mailing A". Si se quieren árboles enanos hay que utilizar el membrillero "Mailing C". Los perales suelen ser autoestériles y hay que plantarlos juntos con otras variedades para la fecundación mutua. En la página 98 se explica cómo se planta un árbol frutal. También pueden cultivarse en bancal profundo circular, o separados 1.8 m en ban­cal profundo ordinario si se los mantiene de pequeño tamaño.


Cuidados durante el crecimiento:

Excepto que soportan una poda más intensa que los manzanos sin desarrollarse por eso en exceso, el procedimiento con ambas espe­cies es idéntico. A los perales de fruc­tificación apical se los trata del mismo modo que a los manzanos del mismo tipo.


Si un ejemplar deja de echar nueva vegetación, lo cual sucede a veces en árboles todavía vivos, hay que podar los brotes leñosos de dos o hasta de tres años para estimular así un nuevo desarrollo.




Plagas y enfermedades:

A los perales los pueden atacar las mismas enfermedades que a los manzanos y hay que tomar las mismas medidas.

Tizón: En Gran Bretaña hay que denunciar su presencia en cuanto aparece. Ataca durante la época de floración y hace que las flores se oscurezcan y marchiten; todas las partes del árbol acaban enne­greciéndose como si hubieran ardido. Hay que cortar las partes afectadas al menos desde 15 cm del punto de infección con un cuchillo esterilizado y quemarlas de inmediato.

Erinosis del peral: Se debe a un acaro que ataca a las hojas en pri­mavera y hace que aparezcan sobre ellas ampollas verdes o rojas. Hay que arrancar las hojas atacadas y quemarlas sin dilación.

Fitoptoriosis: Es una enfermedad causada por un hongo. Aparecen manchas pardas sobre la piel del fruto y se pudre la pulpa. Hay que quemar los frutos afectados y rociar con caldo bórdeles.


Recolección y almacenamiento:


Hay que recoger las peras poco antes de que estén del todo maduras, en cuanto se desprendan con facilidad al tirar de ellas. Deben tomarse muchas precauciones para no magullarlas. Se las guarda igual que las manzanas a una temperatura lo más cercana posible a — 1 °C, aunque antes de consumirlas se las lleve a la temperatura ambiente y se las deje madurar.